En el dinámico panorama global actual, las empresas de todos los sectores se enfrentan a un desafío sin precedentes: la alta incertidumbre. Ya no vivimos en un mundo de certidumbres predecibles, hoy la complejidad de los entornos climático, político, social y económico demanda una mirada renovada y profunda sobre la gestión de riesgos.

Los tiempos en que la gestión de riesgos era vista como una tarea meramente operativa o un requisito normativo han quedado atrás. En un escenario donde la volatilidad es la norma, la capacidad de una empresa para identificar, analizar y responder proactivamente a los riesgos se ha convertido en un pilar fundamental para su continuidad y resiliencia.

El Contexto Actual: Un Entorno de Múltiples Variables

Pensemos en los factores que definen hoy nuestra realidad:

  • Cambio Climático: Eventos extremos, escasez de recursos y nuevas regulaciones ambientales pueden impactar la cadena de suministro, la producción y la reputación de una empresa.
  • Geopolítica Volátil: Conflictos internacionales, tensiones comerciales y cambios de alianzas pueden afectar mercados, flujos de capital y la disponibilidad de insumos.
  • Transformación Social y Tecnológica: Cambios en los hábitos de consumo, nuevas demandas laborales y la irrupción constante de tecnologías disruptivas pueden crear oportunidades o desestabilizar modelos de negocio tradicionales.
  • Inestabilidad Económica: Inflación, recesiones localizadas, fluctuaciones monetarias y crisis financieras exigen una vigilancia constante sobre la liquidez, la rentabilidad y la inversión.

Esta interconexión de factores amplifica el potencial de riesgos, haciendo que un evento en una esfera pueda desencadenar efectos cascada sobre otras. La ausencia de un análisis de riesgos sistemático y a alto nivel deja a las empresas vulnerables a impactos severos que, en el peor de los casos, pueden comprometer su existencia.

De la Intuición a la Estrategia: La Necesidad de un Enfoque Sistemático

Frente a este escenario, la gestión de riesgos no puede ser un ejercicio esporádico o intuitivo. Debe ser un proceso estratégico y continuo, integrado en la toma de decisiones del más alto nivel de la gestión de la empresa,  y  debe ser realizado por personal idóneo empleando herramientas adecuadas. Esto implica:

La gestión de riesgos, lejos de ser una carga, es una inversión estratégica para la longevidad y prosperidad de cualquier empresa. En esta  era de la incertidumbre, la previsión y la preparación son las verdaderas ventajas competitivas. Implementar un enfoque sistemático en el análisis de riesgos no es solo una buena práctica; es una necesidad imperativa para sobrevivir y prosperar en el complejo escenario global que vivimos.

  1. Identificación Proactiva: No basta con reaccionar a los problemas. Es crucial anticipar posibles amenazas, incluso aquellas que parecen remotas o improbables, mapeando su origen y su posible impacto.
  2. Análisis Riguroso: Una vez identificados, los riesgos deben ser evaluados en términos de su probabilidad de ocurrencia y la magnitud de sus consecuencias. Esto permite priorizar y asignar recursos de manera eficiente.
  3. Decisiones Fundamentadas: Retención, Rechazo o Transferencia:

  • Retención: Asumir el riesgo, si el impacto es bajo o el costo de mitigación es mayor que el riesgo mismo. Esto implica contar con planes de contingencia y reservas.
  • Rechazo (o Evitación): Modificar la actividad o estrategia para eliminar el riesgo por completo.
  • Transferencia: Trasladar el riesgo a un tercero, comúnmente a través de seguros o contratos específicos. Esta es una herramienta vital para proteger el capital de la empresa.

Con respecto al proceso de transferencia del riesgo, el seguro es siempre una de las opciones fundamentales,  pero no siempre la constitución del mismo se hace siguiendo los procedimientos necesarios para  que  las  coberturas y sumas sean las apropiadas. Lamentablemente muchas veces estas fallas se descubren frente a la producción de  un siniestro, en donde ya es tarde para corregir los errores en el proceso de transferencia.

Preservar la Continuidad del Negocio: El Último Objetivo

El fin último de una gestión de riesgos eficaz es garantizar la continuidad del negocio. En un mundo donde la disrupción es constante, la capacidad de una empresa para absorber shocks, adaptarse rápidamente y seguir operando es su mayor activo. Aquellas organizaciones que carecen de procesos de gestión de riesgos bien establecidos y sistemáticos se exponen a sucesos que pueden generar:

  • Pérdidas financieras significativas.
  • Daños irreparables a la reputación.
  • Interrupción de operaciones.
  • Pérdida de clientes y cuota de mercado.
  • Incluso, el cese definitivo de actividades.