La difusión de las energías renovables, con sus características de generación descentralizada e intermitente, introducen nuevos desafíos a las empresas que tienen la responsabilidad de asegurar tanto la confiabilidad como la calidad de la provisión de energía eléctrica, teniendo en cuenta que muchos de estos generadores se espera que estén conectados con redes de distribución tradicionales.
Este panorama tiene profundas implicancias para las empresas distribuidoras y transportadoras. Hasta ahora, estas compañías diseñaban y operaban sus redes con un concepto de arriba hacia abajo, partiendo de la previsibilidad de los flujos, lo que no requería herramientas de monitoreo especialmente sofisticadas.
El problema es que los pilares de este modelo se están derrumbando. La difusión de fuentes distribuidas de energía implica flujos impredecibles de energía (entre otros problemas), con grandes variaciones de tensión que pueden poner en peligro la calidad del producto a entregar al usuario final. Sin embargo, la expectativa del mercado es que las Distribuidoras eléctricas continúen entregando el servicio con las mismas condiciones de calidad y seguridad que tienen en la actualidad. Lograr una integración confiable y eficiente de las redes inteligentes y la redes tradicionales pueden implicar necesidades de inversión adicionales para las compañías distribuidoras, ya sea para incrementar su capacidad operativa como sus recursos de monitoreo.
Además del análisis técnico que todo esto implica, existe otro impacto estructural que no puede descuidarse y es que las empresas Transportadoras y Distribuidoras de energía eléctrica en nuestro país deberán revisar profundamente sus procesos de negocio, en particular los que se refieren a la administración del ciclo de vida de sus Activos Fijos y de Tecnología de Información, para asegurar su sostenibilidad y sustentabilidad a corto, mediano y largo plazo.
Si nos enfocamos en los distintos horizontes que abarcan dichos procesos (Definición estratégica-Planificación-Programación-Ejecución- Control de Desempeño), podemos mencionar, a título de ejemplo, los siguientes cambios:
En la definición de la estrategia:
Las compañías Distribuidoras eléctricas deberán revisar sus políticas de priorización de inversiones, ya que el nuevo panorama altera las condiciones de criticidad de sus equipos. Esto requerirá un análisis multidisciplinario, con participación de las áreas de Ingeniería, Operativas, de Mantenimiento, Comerciales y Financieras, para establecer los nuevos criterios de asignación de recursos para el desarrollo y mantenimiento de la red
En el proceso de planificación:
Las nuevas características técnicas de la red marcan la necesidad de avanzar sobre una mayor proactividad del mantenimiento, pasando en la mayor medida posible de un enfoque reactivo a uno preventivo y predictivo. Incluso, la aplicación de estrategias como CBM (mantenimiento basado en la condición) o RCM (mantenimiento centrado en la confiabilidad) tendrá un panorama más amplio de beneficios potenciales.
En otro orden de procesos, los procesos comerciales y financieros tendrán que ajustarse a una nueva realidad en la entrega de producto (incluyendo la posibilidad de venta de servicios de telecomunicaciones) y en la definición de tarifas.
En la programación de las actividades:
Tanto las áreas de Operaciones como de Mantenimiento se verán obligadas a un rediseño de sus programa s de tareas, para adaptarlos a las nuevas condiciones de la red. En menor medida, las áreas de Logística y Suministros deberán también replantear sus procesos.
En la ejecución de tareas:
Todas las tareas de la organización que requieran la captura o ingreso de datos se verán impactadas por las nuevas características de la red. Seguramente será necesario especificar nuevos perfiles en la estructura de la empresa y desarrollar nuevas habilidades en el personal en todos los niveles del organigrama.
En el Control de Desempeño:
Las nuevas características técnicas del servicio a entregar obligarán a las Distribuidoras eléctricas a redefinir los Indicadores de Desempeño que les permitan visualizar el grado de cumplimiento de sus obligaciones contractuales, legales y reglamentarias, junto con cualquier otro objetivo que se hayan fijado en forma interna.
Desde el punto de vista de la gestión (en todas sus áreas de decisión) estas modificaciones de procesos (insistimos que las mencionadas son sólo algunos ejemplos, no constituyen una lista exhaustiva) podrán afrontarse con mayores posibilidades de éxito en la medida en que las empresas profundicen el aprovechamiento de herramientas informáticas como los sistemas EAM (Enterprise Asset Management), DMS (Distribution Management System), GIS (Geographic Information System) o aplicaciones de nicho para dispositivos móviles, entre otras herramientas.
Para el análisis y rediseño de procesos, la definición de roles y responsabilidades y definición de flujos de tareas, una aplicación BPM (Business Process Modeler) resulta de enorme utilidad, por la visibilidad que brinda de la cadena de valor de la empresa.
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